martes, 28 de noviembre de 2017

Un poema de María Alcantarilla


En el artículo publicado hace justo un año en la revista El Cuaderno asociaba la actitud lírica de María Alcantarilla (Sevilla, 1983) –una de las mejores poetas de nuestra quinta, a mi modo de ver–, con una poderosa inteligencia física, entendiendo esta como la facultad de emplear la palabra para abrir mundos, para operar cambios en el esqueleto profundo de la realidad, lo mismo que hacían los antiquísimos chamanes. Al fin y al cabo no se trata más que de explotar astutamente –recojo ahora los guantes de Austin y Butler–, la capacidad performativa del lenguaje, esto es, convertir la cadena sonora en materia perdurable o, lo que es lo mismo, la sintaxis en acción y movimiento. Este estilo la aleja considerablemente de la mal llamada poesía de la experiencia y la aproxima al carácter simbólico-visionario de Claudio Rodríguez.
María acaba de publicar La edad de la ignorancia, un libro espléndido. Dejo aquí uno de los poemas que contiene, ejemplo nítido de la poética descrita.

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DOBLE O NADA

Al destino le gusta jugar a las canicas
y obviar todo el vacío en el que ha de caer,
tarde o temprano.
Maquillar el campo de recreo
de un riesgo persistente,
revolver el pulimento
y competir con dios en cuanto a fuerza.
El destino conoce la partida
pero ignora el poder
de quien distingue su código y lo obvia,
la pujanza de quien sabe combatir
sin reservarse nada para luego,
la astucia disfrazada de imprudencia
de quien sabe jugar y perder todo.



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