En el artículo publicado hace justo un año en
la revista El Cuaderno asociaba la
actitud lírica de María Alcantarilla (Sevilla, 1983) –una de las mejores poetas
de nuestra quinta, a mi modo de ver–, con una poderosa inteligencia física,
entendiendo esta como la facultad de emplear la palabra para abrir mundos, para
operar cambios en el esqueleto profundo de la realidad, lo mismo que hacían los
antiquísimos chamanes. Al fin y al cabo no se trata más que de explotar astutamente
–recojo ahora los guantes de Austin y Butler–, la capacidad performativa del
lenguaje, esto es, convertir la cadena sonora en materia perdurable o, lo que es lo
mismo, la sintaxis en acción y movimiento. Este estilo la aleja considerablemente de la mal llamada poesía de la experiencia y la aproxima al carácter simbólico-visionario de Claudio Rodríguez.
María acaba de publicar La edad de la ignorancia, un libro espléndido. Dejo aquí uno de los
poemas que contiene, ejemplo nítido de la poética descrita.
------
DOBLE
O NADA
Al
destino le gusta jugar a las canicas
y obviar todo el vacío en el que ha de caer,
tarde o temprano.
Maquillar el campo de recreo
de un riesgo persistente,
revolver el pulimento
y competir con dios en cuanto a fuerza.
El destino conoce la partida
pero ignora el poder
de quien distingue su código y lo obvia,
la pujanza de quien sabe combatir
sin reservarse nada para luego,
la astucia disfrazada de imprudencia
de quien sabe jugar y perder todo.
y obviar todo el vacío en el que ha de caer,
tarde o temprano.
Maquillar el campo de recreo
de un riesgo persistente,
revolver el pulimento
y competir con dios en cuanto a fuerza.
El destino conoce la partida
pero ignora el poder
de quien distingue su código y lo obvia,
la pujanza de quien sabe combatir
sin reservarse nada para luego,
la astucia disfrazada de imprudencia
de quien sabe jugar y perder todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario